jueves, 10 de septiembre de 2009

Carta de un pizarrón


La tecnología educativa no nace con el uso de la computadora en el aula. Una mirada nostálgica al uso del pizarrón y la tiza nos permite reencontrar la trascendencia de la tarea docente y la convicción de que no hay recurso, por eficiente que sea, que reemplace la mirada, la voz y los sueños de los maestros.

Siempre vieron mi fondo negro. Alguien sugirió que si me pintaban de verde, la vista de los alumnos estaría más descansada. Tal vez. Las tizas me recorrieron siempre hasta lo que la altura de los docentes lo permitía.

De tantos cálculos combinados y análisis sintácticos escritos en mi piel rugosa queda sólo el polvo blanco que el borrador dejaba caer en cada cambio de hora. El maestro que se atrevía a dibujarme un paisaje, con todos los detalles y las tizas de color de que disponía, encendía siempre los ojos de los más chicos.

Ecuaciones, abecedarios y reglas ortográficas. Poesías, oraciones unimembres y cuadros sinópticos. La tabla del 7, las regiones geográficas y los problemas de regla de tres simple. Cada hora un tatuaje distinto sobre mi piel rugosa. Fecha y fechas. Números de ejercicios y "Hoy es un día nublado" con la cara aburrida de un sol casi tapado por un nubarrón gordo.

Siempre listo y en silencio. ¿Quién más que yo supo la intimidad de cada clase? Alumnos preferidos y denigrados. Preguntas curiosas. Gestos casi heroicos en el ejercicio de la docencia. Pero también vi alumnos humillados y muchos llantos en un rincón escondido de¡ aula. Risas. Promesas de un año lectivo intenso y aprovechado al máximo. Objetivos perfectamente logrados. Otros años vi los mismos ejercicios de¡ año anterior copiados de la misma carpeta didáctica con la misma cara de aburrimiento.

Muchachas jóvenes ensayaron sus letras de maestra con pulso tembloroso y animado a la vez. Buscaban la caligrafía que sólo les daba mi amplia superficie. "¿Por qué todos los maestros tienen la misma letra en los pizarrones?", preguntó alguna vez un petiso de flequillo rebelde sin lograr una respuesta convincente de su maestra. Yo tampoco la tenía.

¿Debo decir que mi nombre proviene de una familia de prosapia relacionada con la geología? ¿La geología? Sí, señor.

Algunos dicen que la palabra pizarra proviene del latín fissus: hendido, abierto y otros comentan que viene del vasco (pizarri).

Atribuyen la primera etimología al hecho de que las pizarras suelen encontrarse en suelos trastornados donde forman capas que alternan, en general, con lechos de gres. Encierran con frecuencia gran cantidad de restos orgánicos fósiles. Resisten al aplastamiento, a los agentes atmosféricos, al fuego de los humos ácidos, al aire marino.

A fines del siglo pasado el Diccionario Enciclopédico Hispano Americano de Literatura, Artes y ciencias, editado en Barcelona en 1894, decía que la pizarra, entre otras varias acepciones era un "trozo de este tipo de roca oscura algo pulimentado, de forma rectangular y ordinariamente con marco de madera, en que se escribe o dibuja con yeso o lápiz blanco".

El pizarrín, por otra parte, era una barrita de lápiz o de pizarra que se usaba para escribir o dibujar en las pizarras de piedra.
Su prima hermana, la tiza, mi socia inquebrantable, era ya en el siglo pasado sinónimo de escritura y magisterio: en las academias y escuelas se le daba la función de "lapicero", es decir, el de elemento de escritura sobre superficies más amplias que el de la hoja del estudiante. Se le solía llamar también "Clarión".

Las condiciones que se exigían a la tiza o clarión, que en aquella época se elaboraban con procedimientos cuasi artesanales, eran "que se borre fácilmente y que a pesar de esto tenga la suficiente consistencia para poder escribir con ella, que señale bien sin hacer esfuerzo alguno y sin arañar el encerado ... " (¿Pasarán muchas tizas de hoy en día estas pruebas de calidad?) Para conseguir estas propiedades debía estar "exenta de arenilla y caliches". Se preparaba el polvo con tierra arcillosa blanca, mezclada con distintos minerales de los que no podía faltar el yeso. Una vez preparada se podía ya amasar con agua hasta formar un barro espeso con el que se hacían las barritas.

Lo mío es menos erudito y mucho menos geológico. Me llaman pizarrón, por lo general, en las Antillas, en Argentina, Uruguay y Venezuela.

Me dicen también "encerado" y soy a menudo un cuadro encerado (aunque no lo crean, en algunas partes soy de hule o lienzo barnizado de negro) y, la más de las veces, soy de madera pintada.

A comienzos de este siglo muchas aulas estaban rodeadas por hermanos míos. Es decir, no ocupaba solamente el lugar de privilegio al frente de la clase, sino que también ocupábamos las paredes laterales del aula. ¿Para qué tantos pizarrones? Los nuevos tiempos exigían bastante trabajo de los chicos y mayor actividad del alumno. Para eso yo era una herramienta fundamental, y tenerlos ocupados en prácticas de cuentas o dictados a muchos alumnos a la vez, era una costumbre muy frecuente, ya que en los laterales de las aulas podían ubicarse muchos chicos que practicaran dictados, multiplicaciones o divisiones por tres cifras. Lo que fuera...

Y aquí me ven, todavía disfruto de buena salud. ¿Que la tecnología me puede desplazar? No lo creo. Ahí tienen, para botón de muestra, a mis sobrinos electrónicos. A mis primos de fórmica, para que las tizas descansen un poco y para que trabajen los plumones. Allí andan dando vueltas otros que permiten tener copia en papel de lo que se ha escrito sobre ellos.

¿Tizas digitales? ¿Encerados de vidrio? Quién sabe. Hacia allá vamos. Nosotros somos lo de menos porque... ojo... lo que es ¡reemplazable es quien escribe sobre nosotros. Aquí no pueden faltar alumnos. Y.. por más que algún tecnólogo quiera reemplazarlos, no pueden faltar los docentes. De ellos, 0 por ellos y para ellos es todo nuestro trabajo. Nosotros somos testigos mudos de lo que ellos hacen. No tenemos palabras ni ideas. No somos el centro de sus universos. Lo son ellos. Por más chips y pantallas de cristal líquido que nos instalen. Lo más importante seguirá siendo el color de sus sueños sobre cualquiera de nosotros. Y esos sueños brillan tanto sobre una pizarra descascarado como sobre un monitor de última generación.

No habrá corazón digital que lo reemplace.

Feliz Día Del Maestro!


"Enseñarás a volar,
pero no volarán tu vuelo.

Enseñarás a soñar,
pero no soñarán tu sueño.

Enseñarás a vivir,
pero no vivirán tu vida.

Sin embargo...
en cada vuelo,
en cada vida,
en cada sueño,
perdurará siempre la huella
del camino enseñado."

Madre Teresa De Calcuta

La tecnologia y la familia

domingo, 6 de septiembre de 2009

Ese pequeño aparato que todo lo puede

El uso cada vez más extendido de teléfonos celulares implica un rotundo cambio de tecnologíco y cultural.Sobre todo entre los adolescentes y jóvenes,quienes apelan-mucho más que los adultos-a las posibilidades que ofrecen estos dispositivos de comunicaciñon, en especial los mensajes de texto (réplica del chat). El nuevo entorno y las practícas que promueve representan un desafío para el mundo de la escuela.

Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs) mantienen un estrecho contacto con niñas, niños y jóvenes.Mientras que los adultos pueden mostrarse reticentes a incorporalas, los más jóvenes las aceptan casi por unanimidad.Y lo que hoy se registra es una competencia de las TICs por ocupar el lugar del viejo equipamiento que habia en el patio de las casas.
Paralelamente, la industria ha descubierto esto desde hace mucho tiempo y sabe construir nuevos productos y nuevos deseos de consumo, y ponerlos al alcance de los jóvenes y niños. Entre ellos uno de los más importantes de los ultimos cinco años es el teléfono celular.Los enormes cambios que sufrió el teléfono fueron a la vez tecnológicos y culturales.
¿Entre quiénes ha crecido más el teléfono móvil?Justamente entre los jóvenes.En primer lugar, por lo que ya dijimos: por la relación que establecen los más chicos con estas tecnologías, pero tambien por la agresividad de la industria para penetrar en estos segmentos de usuarios.
Los jovenes tienden a combinar los mensajes de texto con la voz, usan el aparato de una forma más pragmática e intermitente.Estas mismas formas de apropación de la tecnología hacen que,mientras que los adultos tienden a conservar su número telefónico, el usario joven es más propenso a migrar.Al fin, los jóvenes que han venido al mundo de manera contemporánea a estas tecnologías,las incorporan más "naturalmente" a su equipamiento básico y se las pegan a su cuerpo como un elemento de su indumentaria:asi el teléfono, ademas de un medio de comunicación,forma partes de su marca de identidad.
En este plano, hay también una diferencia en el uso entre jóvenes y adultos: niñas, niños y jóvenes tienden mucho mas a la escritura telefónica (es decir, a los mensajes de texto) que los mayores. De manera paradójica, el teléfono deja de ser un elemento "para hablar" y se transforma en un soporte de la escritura.
Los jóvenes ni privilegian las voz en el uso del teléfono sino que tienden a incorporar los mensajes de texto y reducen al mínimo el habla ( lo hacen casi en exclusividad con sus padres o adultos, pero no con sus pares ) No les molesta tipear en un teclado reducido y desarrollan una gran habilidad al respecto (lo que por otra parte crea una motricidad nueva: la de dedo pulgar)Es más, con esto ya muestran una distancia con los mayores, a quienes les resulta extraña y difícil esta práctica.
Finalmente, una observacion sobre el impacto que tiene este nuevo entorno tecnológico en el mundo de la escuela.Creo qye todas estas prácticas culturales que se han desarrollado a partir de la telefonía celular se presentan como un desafío nuevo para el mundo de la escuela.No solo porque los jóvenes se socializan cada vez más en esta segunda naturaleza que son las tecnologías, sino porque muchos de sus efectos sobre los jóvenes(formas de la escritura, cambios en la presepción del tiempo y nuevos formatos culturales) no se condicen con la actual estructura de la escuela.
La escuela tendrá entonces que trabajar tambien con estos nuevos lenguajes, al tiempo que debera tener una política en las formas en que ingresan estas tecnologías en el ambito escolar.Debe hacerse cargo del tema y enseñarle a los niños a discriminar generos: el problema no es que los chicos utilicen estos nuevos códigos en el chat o en lo mensajes de texto, sino que la escuela trabaje diferenciando las situaciones de enunciación como lo hizo siempre.Siempre hubo un habla de la calle y un habla de la escuela, solo que la calle puede confundirse hoy con una computadora.Pero deberá también ser capaz de poner límites en su uso, ya que el aula no forma parte de este nuevo espacio público donde se desarrollan tecnologías fuertemente invasivas como el teléfono móvil.

Luis Alberto Quevedo
Sociólogo,especialista en medios de comunicación
Investigador de FLACSO